En el último viaje a nuestro amado Piso Firme, después de pasar varias peripecias, fue una alegría salir de Cafétal  desde el río Iténez o Guaporé, pasar por Remanso - allá escriben Remanzo - continuando por el bello  Iténez o Guaporé, ver las orilleras del río, tupidos de jororis y otros arboles frondosos, algunos con monos de dos colores, el negro y el colorado, y cuervos negros a lo largo del rio entre medio con un vuelo mas alto el pato negro.

En las orilleras del rio, en arbustos más pequeños, pájaros sereres que creo nos miraban con simpatía y curiosidad a la delegación beniana.                            

Llegamos a otro maravilloso rio: el bajo Paraguá, de similares características pero más angosto, muchas petas en algún tronco sumido en el agua que sobresalían como una cresta de gallo de color negro.

Después de un recorrido relativamente corto, vemos un letrero bien puesto con un cartel de madera que dice: "Bienvenidos a Piso Firme", un barranco lleno de niños que levantaban las manos con sana sonrisa y alegría y nos alegraban el alma.

Un grupo de personas esperando al filo del río con sonrisa sincera nos dijeron: Bienvenidos hermanos benianos. Una mujer distinguida y hermosa nos da la bienvenida y nos dice: Soy la cacique de Piso Firme, bienvenidos hermanos benianos, se me llenaron los ojos de lágrimas de alegría, fue como darle un abrazo al cielo.

Allá están mis buenos amigos de Piso Firme. No fuimos para hablar temas delicados o hacer turismo, solo viajamos a darles un abrazo de solidaridad entre hermanos, tan importante en tiempos del maligno coronavirus.