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Análisis de la Geopolítica de Estados Unidos en su patio trasero, América Latina,Leonardo Postigo Mancilla

Este ensayo analiza cómo los estudios geopolíticos de Estados Unidos han moldeado su influencia en América Latina, desde el siglo XIX hasta la globalización del siglo XXI.

Análisis de la Geopolítica de Estados Unidos en su patio trasero, América Latina,Leonardo Postigo Mancilla

Desde su independencia en 1776, Estados Unidos ha utilizado su geografía para consolidarse internamente debido a su ubicación entre dos océanos y vasta extensión territorial con recursos. Esto a su vez produjo su proyección de poder hacia América Latina, su “patio trasero”.

Dos doctrinas claves guiaron esta proyección: en primer lugar la Doctrina Monroe (1823), propulsada por el presidente James Monroe, que advertía a las potencias europeas (especialmente Gran Bretaña) que no interfirieran en el continente americano, a cambio de la no intervención de EE. UU. en los asuntos europeos. Estas políticas reflejaron la intención de "proteger" el continente de Europa y el deseo de EE. UU. de ejercer control político y económico para posicionarse como potencia global. Por otro lado, la Doctrina del Destino Manifiesto (1845): Afirmaba que EE. UU. estaba destinado por voluntad "divina" a expandirse territorialmente por todo el continente, justificando la anexión de Texas y la guerra con México en 1846.

La intensificación del poder de Estados Unidos en la región se dió con una mayor voluntad expansionista e intervencionista durante los inicios del siglo XX con la Doctrina del Gran Garrote y Corolario Roosevelt (1904), que fue aplicada en Centroamérica para "civilizar" naciones débiles y mantener el orden, justificando intervenciones como en Nicaragua (1906) y la financiación de la separación de Panamá de Colombia (1903) para construir el Canal de Panamá. Esta región, el "Mediterráneo Americano", era considerada la zona estratégica más relevante del continente.

Posteriormente, la política exterior evolucionó en los años 30 hacia la doctrina del Buen Vecino, pues tras la Gran Guerra y la Gran Depresión, se produjo un cambio de enfoque hacia un discurso de "moralismo" y expansión de ideales de "democracia" y "civilización", que servía como racionalización para el ejercicio de poder sobre la región. Sin embargo, estos mismos gobiernos latinoamericanos que tienden hacia la democratización van a avanzar hacia una reforma social lo que tras la II Guerra Mundial y bajo la Doctrina Truman con el objetivo de contener el comunismo y promover el modelo neoliberal impondrán límites a los reformismos democratizadores y a modelos económicos como el ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones), resultando en apoyo a golpes de Estado y conflictos internos, ejemplo de ello sería el derrocamiento de Arbenz en Guatemala en 1954.

En plena Guerra Fría, la Revolución Cubana (1959) transformaría el interés de Estados Unidos debido a que Cuba, bajo influencia del bloque soviético, amenazaba la estabilidad regional en manos de Estados Unidos. El control de Latinoamérica era más importante que nunca para la seguridad y la hegemonía de Estados Unidos. Esto llevó a un regreso a la política del buen vecino con Kennedy en 1961, una alianza por el progreso entre los países del “Sur global” y Estados Unidos, en el que se promovieron reformas sociales más profundas (como la reforma agraria esencial para los países latinoamericanos) y otros instrumentos democratizadores. No obstante, al mismo tiempo Estados Unidos apoyaba a gobiernos autoritarios si los movimientos revolucionarios ponían en riesgo su hegemonía como en Chile con el golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende por parte de Pinochet en 1973.

Con el Fin de la Guerra Fría y la llegada de la globalización, la justificación de la intervención estadounidense a través de un discurso anticomunista perdió fuerza. No obstante, la influencia se ha transformado, utilizando nuevos discursos como la lucha contra el narcotráfico en países como Colombia o Ecuador o directamente apoyando golpes de Estado.

A pesar de las continuas influencias políticas y económicas, los países de América Latina, han obtenido una mayor independencia, al menos sobre el papel, y han fortalecido las relaciones intrarregionales con la creación de instituciones como la CELAC o en su momento UNASUR, esenciales para lograr una mayor soberanía propia. Sin embargo, para Estados Unidos mantener esta influencia sobre su “patio trasero” sigue siendo primordial, a pesar de lo que digan los medios de comunicación, debido a que es su área estratégica clave para proyectar poder globalmente como hemos podido observar a lo largo de este análisis de la geopolítica de Estados Unidos en América Latina.

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