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Bien challada está

Por: Mónica Briançon Messinger

Bien challada está

Cada año le metemos a la ch’alla. Serpentinas, globos, flores, traguito y cohetes para ella. Esos que meten bulla. No me gustan. Pero dicen que es la tradición. Y se siguen usando.


Ella no se queja. Recibe no más lo que le dan. No tengo idea si le gusta. O le disgusta. Creo que no le gusta. Porque además, ve que cada año que pasa hay más flores de plástico “made in China” en las ofrendas, que buenas y verdaderas intenciones.


Ella es pues la Pachamamita. Hacemos todo el jolgorio en su honor. Le agradecemos por el terrenito, la casita, el truficito o la tiendita que tenemos. Nos hartamos con parrillada, con pampaku, o con puchero. Todo para aplaudir su magnificencia. Buenita es. No reclama.


Pero creo que deberíamos mirar más allá de la comida o de las flores de plástico.


Así que este mes, marzo, el dedicado a la mujer, la challa debería ser para la Carina Oroza, directora de cine, que ha filmado la película La Casa del Sur, que narra la historia de mujeres en tiempos de dictadura y busca recuperar la memoria, frente a estos hechos, usando al séptimo arte para relatar hechos que no deben pasar al olvido.


La ch’alla es para la María Galindo. Activista boliviana, militante del feminismo radical, escritora y comunicadora, cofundadora y líder del colectivo Mujeres Creando. Ella critica al patriarcado como base de toda dominación, incluyendo el racismo. Ella puso de cabeza a la DIGIPI, la Dirección General de Investigación Policial Interna de la Policía Boliviana, cuando cuestionó su tarea.


Va también una ch’alla para Kathrin Barboza Márquez. Hace casi dos décadas, ella y Aideé Vargas, descubrieron una especie que se pensaba extinta. Se convirtió en la primera científica boliviana en ganar una membresía L'Oréal de UNESCO para Mujeres en Ciencia en 2012 y en 2013 fue nombrada por la BBC como parte de las diez mujeres de ciencia más importantes en Latinoamérica.


Les contaría más historias, para que challemos por todas las mujeres sobresalientes. Pero andan escondidas.


El cansancio de ser multitasking las tiene atrapadas en un circuito infernal, donde intentan ser mamás, empresarias, emprendedoras, y un sinfín de tareas que las paraliza y no las deja contar sus historias en las preminentes redes sociales.


Harta rabia provoca. Porque hay cansancio en las filas. Porque ser invisibles, manipuladas, cosificadas en un rol, lleva al agotamiento.


Buscamos ser felices, ser reconocidas, y llevar el éxito de ser amas de casa, cocineras, directoras ejecutivas por todo lado.


Pero nones. Ahí andamos. Luchando contra el impulso de mandar a la pareja a freír espárragos, o de meterle dos cachetazos al jefe indolente.


Queremos dejar el partido, porque allá descubrimos que somos mujer-florero, siempre adornando, nunca siendo las protagonistas.


Suena a feminismo, ¿verdad? Puede ser. Pero a ¿qué más puede sonar si la mitad de la población mundial anda con el tema de visibilizar su esfuerzo desde hace años? Así que sí. Es hora challar a todas las mujeres como tú querida lectora, que le ponen el hombro a diario para levantar la casa, el negocio y el país. Por esas mujeres invisibles, casi anónimas que están detrás de tantos éxitos masculinos. Porque ch’allar es agradecer a una entidad abstracta que representa la fertilidad y la prosperidad, cuando bien podría ser un acto de gratitud a personas concretas, a mujeres que, aunque no sepan, son las verdaderas protagonistas de este martes de ch’alla. Gracias.


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