Bolivia venció a Chile de visitante y generó un "mar " de alegría
La Tercera (Santiago, 2024).- Después de 31 años y siendo una de las selecciones más flojas del certamen, Bolivia derrotó a Chile por eliminatoria rumbo al mundial 2026, sorprendió a propios y extraños y dejó a la selección boliviana con el puntaje perfecto en esta fecha clasificatoria.
Una de las jornadas más lamentables en la historia de la Roja. Una caída 1-2 con los altiplánicos, en un Estadio Nacional a medio llenar, complica de sobremanera las opciones de llegar a la Copa del Mundo. Y, por cierto, ponen en una incómoda posición al entrenador.
¿Cómo se puede explicar lo sucedido en Ñuñoa, una tarde de septiembre en el 2024? Un papelón. Un partido nefasto. Una actuación para el olvido. Un esperpento. Cualquier calificativo entra para definir uno de los partidos más horribles de la selección chilena en la era moderna. Perder como local ante Bolivia (1-2), por las Eliminatorias al Mundial, es un golpe bajo y extremadamente fuerte.
Uno a uno de Chile: los caprichos de Gareca, la pésima tarde de Catalán y el poco peso de Osorio marcan la suerte de la Roja Uno a uno de Chile: los caprichos de Gareca, la pésima tarde de Catalán y el poco peso de Osorio marcan la suerte de la Roja
La Selección chilena sabía que no tenía margen. Había que ganar y, en lo posible, de manera holgada por la diferencia de goles. Además de la excursión poco fructífera por Buenos Aires, estaba el peso de redimirse ante el peor arranque histórico en Clasificatorias y una racha de siete partidos oficiales sin anotar. A priori, enfrentar a la Verde, uno de los elencos más débiles del continente, era la oportunidad ideal para volver a ganar y reinsertarse en la pelea (la última victoria boliviana como visitante, en Eliminatorias, sucedió hace 31 años, hasta hoy).
Ante la necesidad de una victoria, Ricardo Gareca cedió a sus principios. Se decidió a cambiar el esquema (4-1-3-2), con dos en ataque, movimientos en el mediocampo y defender casi mano a mano, soltando a los laterales. La apuesta no resultó. Rememorando épocas oscuras, como aquella fatídica ruta hacia Corea-Japón 2002, el primer tiempo de la Selección fue sencillamente espantoso. Ni siquiera el afortunado empate de Eduardo Vargas cambió la brújula de un equipo que exhibió una peligrosa falta de actitud. Como que no se hizo patente el axioma: no había margen de error.
Apenas arrancó el duelo, se vio la propuesta pragmática de Bolivia, haciendo tiempo desde el comienzo. Chile se posicionó arriba, con el control de la pelota, siendo Carlos Palacios el enlace (el encargado, en el papel, de generar los nexos ofensivos). El punto es que ese posicionamiento en campo rival no significaba ser profundo ni hacer figura a Carlos Lampe.
La primera estocada boliviana sucedió en los 13 minutos, con el gol de Carmelo Algarañaz, definiendo tras el pase de Roberto Fernández. Una de las claves del juego fue que la visita aprovechó la espalda de Mauricio Isla. Así llegaron los goles. Con esto, los nervios fueron carcomiendo al equipo nacional. Una especie de bloqueo, en las piernas y en la cabeza.
Gareca, desnudando que el dibujo no convencía, reordenó las piezas: Dávila, más cerca de Pulgar, y Brereton, abierto por la izquierda. El control del balón se volvía insulso, sin sustancia. Y tampoco remataba desde afuera, ante el alto tráfico de jugadores por el medio de la cancha. En los 32′, Eduardo Vargas recibe un pase, se acomoda y termina en el suelo. No remata. Eso era Chile.
La condena de Ricardo Gareca a Ben Brereton que le valió las pifias del Estadio Nacional
La condena de Ricardo Gareca a Ben Brereton que le valió las pifias del Estadio Nacional Ben, el sacrificado La cara de Ben Brereton era elocuente. Fue el sacrificado ante la falta de fútbol de una selección chilena absolutamente extraviada. El DT metió a Vicente Pizarro por el chileno-inglés, para volver al 4-2-3-1 tradicional. A la Roja no le sobran los jugadores que militan en las grandes competencias. Por eso, resulta inentendible que el cambio fuese el delantero del Southampton y no Darío Osorio, quien tuvo una bajísima presentación. Estaba llamado a resaltar y se escondió.