De tal palo, tal astilla E

Escrito por : Ph. D, Alfredo Eduardo Mancilla Heredia

De tal palo, tal astilla E

Doctor en Economía

Posdoctoral en Formación de Investigadores

Académico Nacional e Internacional.

 

Las interacciones de la política y sus resultados controvertidos demuestran que en “rio revuelto se consolida la ganancia de pescadores” con base en la mentira y el circo que son parte de las “cortinas de humo”, que en la coyuntura son preferentes en la función de consumo de la población indocta, sometida al accionar operativo de la estrategia de supervivencia en complemento a la intransparencia fomentada por la clase política incoherente y reticente de compromiso para la gestión idónea, que tendría que aplicarse desde la concepción de la gerencia pública de alto nivel, que por supuesto, idealizamos para alejarnos de la mediocridad imperante.

La revisión de la historia desde el ámbito del ejercicio del poder asociado al conjunto de políticos y familiares que han gobernado el país, demuestran que los políticos son del mismo corte en diferentes momentos de tiempo. Es decir, en la analogía, cumplen a cabalidad con el refrán: “De tal palo, tal astilla”, pudiendo inferirse los resultados adversos de retorno de la inversión y las externalidades negativas que se tienen en la economía, demuestran la inoperancia que se tiene en la capacidad de gestar el cambio multifacético denominado desarrollo.

La corrupción y la improvisación no surgen de la nada; son comportamientos aprendidos, reproducidos que se están normalizando dentro de una estructura política donde muchas figuras observan cómo otros han eludido la responsabilidad o han actuado en interés propio, y luego perpetúan esos mismos comportamientos. Al observar esto, las nuevas generaciones de políticos, lejos de ver un modelo de ética o servicio, encuentran un sistema permisivo que premia la negligencia y el oportunismo. Así, la "astilla" se forma bajo la influencia del "palo", manteniendo un ciclo de corrupción que se vuelve difícil de erradicar, y que, por cierto, promueve la postergación generacional conjuntamente a la proyección de la inmoralidad que tiene un alto coste de oportunidad para la eficiencia que tendría que ser parte de la planificación estructural participativa consensuada.

El sueño de los outliers o elementos atípicos en concordancia a lo argumentado, vincula el rompimiento de la inmoralidad e improductividad aplicando el adagio: “En casa de herrero, cuchillo de palo”.

Para revertir la subcultura, es fundamental contar con ciudadanos honestos y comprometidos que se conviertan en agentes de cambio. Esto implica formar personas con un sentido ético sólido, capaces de resistir presiones o tentaciones y de actuar en función del bienestar común.

La lucha contra la corrupción no solo se libra a nivel institucional, sino que comienza en el ámbito individual y comunitario. Una sociedad honesta se construye con ciudadanos que entienden el valor de la integridad y que actúan con transparencia en su vida diaria. Esto va desde pequeños actos, como respetar normas básicas de convivencia, hasta acciones más complejas, como exigir transparencia en las instituciones y participar activamente en el control ciudadano.

Además, este cambio requiere educación en valores asociada a la coherencia, congruencia y correspondencia de los principios, acompañados de la creación de sistemas de incentivo y de rendición de cuentas que hagan de la honestidad una práctica viable y valorada. Si los ciudadanos honestos y comprometidos encuentran espacios donde su conducta ética es respaldada y reconocida, estos ejemplos comenzarán a contagiar a otros, debilitando los patrones corruptos y promoviendo una cultura de responsabilidad compartida.

En Consecuencia, el cambio hacia una sociedad honesta, no depende solo de castigar a los corruptos, sino también de fortalecer y destacar los ejemplos de integridad en todos los niveles de la sociedad.

 

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