Desinteligencia emocional y rendimientos decrecientes en la política boliviana
Escrito por: Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia Doctor en Economia. Posdoctoral Currículo, Discurso y Formación de Investigadores

El desarrollo económico y la atracción de inversiones requieren estabilidad política, seguridad jurídica y confianza institucional. Sin embargo, la falta de inteligencia emocional en los líderes políticos y en la sociedad ha generado incertidumbre, conflictividad social y un escenario de inestabilidad macroeconómica en Bolivia.
Hoy, el modelo de "economía plural" impulsado por el socialismo del siglo XXI se muestra insostenible, evidenciado por la estanflación, el deterioro de las finanzas públicas y la incertidumbre electoral. La gran interrogante es: ¿Cómo la desinteligencia emocional de los actores políticos y sociales afecta negativamente la inversión y la estabilidad económica en Bolivia?
La incapacidad de reconocer y gestionar emociones en la toma de decisiones ha convertido el liderazgo político en una maquinaria de improvisación y populismo. Esto genera desconfianza en empresarios y mercados, obstaculizando la inversión y fomentando la fuga de capitales.
Bolivia enfrenta una situación alarmante: el crecimiento económico se ha estancado, mientras que la inflación sigue en aumento. Este fenómeno, conocido como estanflación, refleja la fragilidad de un modelo económico que depende excesivamente del gasto público y la redistribución estatal, sin fomentar la producción ni la innovación.
Las constantes modificaciones normativas sin sustento técnico y la falta de reglas claras han minado la seguridad jurídica, desalentando la inversión privada. A esto se suma un ambiente de alta conflictividad social, donde bloqueos, huelgas y protestas se han convertido en parte del panorama cotidiano. La polarización y la manipulación emocional de la ciudadanía han reemplazado el debate racional y constructivo.
Complementariamente, el proceso electoral para la presente gestión denota un clima de incertidumbre, sin propuestas técnicas claras, con discursos polarizantes y estadísticas a pedido que profundizan la crisis de confianza. El menoscabo de liderazgo con inteligencia emocional impide construir consensos necesarios para estabilizar la economía y devolver la previsibilidad a los inversionistas, permitiéndonos cuestionarnos: ¿Hacia dónde vamos?
Si Bolivia desea salir del estancamiento y atraer inversión, necesita un cambio de paradigma en su liderazgo. Se requiere inteligencia emocional para gestionar conflictos, establecer políticas económicas sostenibles y recuperar la confianza en las instituciones. La estabilidad económica no se logra con decisiones impulsivas ni con discursos incendiarios, sino con una visión de largo plazo, diálogo y seguridad para los inversores.
El desafío es grande, pero la solución está al alcance: Recuperar la confianza y la estabilidad mediante el liderazgo responsable y el respeto a las normas económicas básicas. Solo así se podrá evitar que Bolivia continúe en la senda del deterioro económico y social.