El futuro del país depende del diálogo y un nuevo pacto social: la soberbia y desinteligencia tienen que evitarse

Por: Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia

El futuro del país depende del diálogo y un nuevo pacto social: la soberbia y desinteligencia tienen que evitarse

El conflicto interno dentro del MAS se ha intensificado con la marcha "pacífica" impulsada por el expresidente Evo Morales Ayma, que los seguidores del actual mandatario, Luis Arce Catacora, han calificado como "el camino de la muerte". Esta situación nos obliga a hacer un llamado urgente a la reflexión y al diálogo, no solo entre Morales y Arce, sino también a todos los actores políticos, sociales y económicos del país.

Reflexionemos filosóficamente en concordancia a la finalidad que tiene el exmandatario, buscando habilitarse para la elección presidencial 2025, poniendo en consideración el punto de vista ético del intento de Morales por retomar el poder, en contra de la voluntad popular expresada previamente por el referéndum del 21 de febrero 2016, en el que la negativa a su reelección fue del 51,30%. Empero, desconociendo el resultado, el 2019 fue a la reelección argumentando que era un derecho humano, generando convulsión social, por un supuesto fraude, transmitido por los distintos medios de comunicación, que lo obligo a huir del país, cuestionándose la legitimidad de su “liderazgo” y la esencia de la democracia, permitiéndonos referenciar a Aristóteles, en su obra: Política, que habla sobre el peligro de que los gobernantes actúen por interés propio en lugar del bien común, enfatizando que cuando un líder manipula los procesos democráticos para aferrarse al poder, traiciona los principios sobre los que se sustenta la democracia, priorizando el poder personal por encima de la voluntad colectiva.

En el contexto de análisis lógico sobre los resultados e impactos de las inversiones del gobierno vigente, los datos actuales revelan una carencia de efectividad. La economía boliviana, en rendimientos inapropiados desde el 2014, tiene su peor caída en la época de la pandemia (2019), no logrando recuperarse, ni activarse plenamente, enfrentando un estancamiento con inflación, que con acompañamiento de la pugna entre los dos actores encontrados del partido oficialista han promovido el descrédito de la economía del país con reflejo en un indicador de riesgo país alto, agravado por la escasez de dólares, la crisis en el sector de los hidrocarburos, además de los incendios en la Amazonía, pero también, resaltando una informalidad del 85% con vinculo en un alto déficit fiscal, endeudamiento externo y crisis de oferta.

Evo Morales, expresidente y dirigente cuoteado del Movimiento al Socialismo (MAS), parece tener intenciones de acortar el mandato de Arce e influir de manera decisiva en el curso de su gobierno considerando al actual mandatario como un “prisionero político”, por argumentos sutiles que, a través de la manipulación de la culpa y errores de su círculo cercano, se vea en la necesidad de ceder terreno y hacer concesiones que vayan en contra de sus principios o del bienestar de la nación. Este tipo de inconveniente, más que un castigo inmediato, es una trampa invisible que le suprime la libertad de actuar éticamente en la toma de decisiones que corresponden a su jerarquía y su formación especializada.

Desde una perspectiva filosófica argumentamos que el verdadero poder político solo puede ejercerse con libertad moral, no pudiendo admitirse que un gobernante tome decisiones por coacción o extorsión, ya sea emocional, política o económica. Un gobernante debe tomar decisiones con libertad y en respeto a la regulación y fundamentalmente a la moralidad, permitiéndonos recordar a los filósofos del republicanismo clásico, como Cicerón o Rousseau, quienes insistían en que la libertad política depende de la ausencia de dominación. Arce, no puede ser un prisionero político atrapado por una red de extorsiones o presiones internas, tiene que gobernar con libertad y con idoneidad a fin de que su gobernanza y gestión pública no pierda el sentido de responsabilidad hacia la sociedad, caso contrario, la conflictividad cimentada en la extorsión erosionará la confianza de las instituciones, el sistema político, llevando a un deterioro general de la calidad democrática.

El diálogo y la negociación deben ser los pilares fundamentales para resolver cualquier conflicto interno dentro del gobierno, el MAS y los actores de la economía, recordando la responsabilidad histórica para el fortalecimiento de la democracia por mayoría y minoría. La resolución de sus diferencias a través de una conversación franca y abierta, no solo aliviaría las tensiones políticas, también enviaría un mensaje de estabilidad y madurez política tanto a los ciudadanos bolivianos como a la comunidad internacional.

 

·         Es Doctor en Economía. Posdoctoral en Formación de Investigadores. Profesor internacional.

 

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