Fe y tradiciones ancestrales en el carnaval mojeño trinitario
La comunidad católica aglutinada en el Cabildo Indigenal celebra de forma diferente el carnaval. Contrario al carnaval social que se caracteriza por los excesos, la comunidad originaria hace ayuno, reza y entona canticos de alabanzas ante el Santo Sacramento del Altar.

Las parcialidades del cabildo se agrupan desde muy temprano los tres días de carnaval e ingresan a la iglesia catedral haciendo una venia ante el Santo Sacramento, se persignan y toman su respectivo asiento. Al lado izquierdo se sientan las mujeres y al lado derecho los hombres.
Permanecen en el templo hasta el mediodía, entonando canticos, rezando y pidiendo a Dios que proteja a los niños, ancianos, enfermos y personas en general. Imploran ante el Todopoderoso que perdone los pecados de la humanidad.
Tras permanecer por cuatro horas en la iglesia, retornan a una casa particular donde las esposas de los mayordomos han preparado un banquete.
El alimento está a base de pollo criollo sancochado, pan de arroz, carne de res, queso, huevo, plátano maduro, chicha de maíz y una vela encendida en torno a cada plato.
El ave es sacrificada por asfixia, no se le destroza el cuello. El pollo se coloca en el plato con la cabeza mirando hacia el cielo, una costumbre ancestral que viene de generación en generación.
En la mesa se sientan las mamitas abadesas, señoras que en tiempos de Noe clamaron a Dios para cese el diluvio. El aliento es una especie de ofrenda para que no falta el pan de cada día en los hogares.
Para los mojeños trinitarios, el carnaval es la expresión mundana y pecadora de la sociedad, por ello que la comunidad entra en profunda meditación, rezando por el bienestar de los cristianos en el mundo.
Esta comunidad originaria, fortalece su fe en estos días festivos y asume el compromiso de mantener estas expresiones, como símbolo de hermandad y amor al prójimo.