Futuro ético sostenible para Bolivia: organización, educación y economía circular
Autor: Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia Doctor en Economía. Posdoctoral Currículo, Discurso y Formación de Investigadores alfredomancillaheredia@gmail.com

En Bolivia, donde la economía informal representa el 85% de la actividad “productiva”, es esencial buscar soluciones innovadoras para lograr un crecimiento sostenible. La clave podría estar en la promoción y combinación de una organización corporativa sólida, un sistema educativo actualizado y políticas que impulsen la economía circular.
Si enfocamos el modelo corporativo como el pilar del crecimiento, que no generaría resultados en el corto plazo, las empresas formales tendrían mayor capacidad de adaptación y acceso a financiamiento, lo que potenciaría la productividad. Sin embargo, muchas Pymes operan en la informalidad, lo que limita su capacidad de crecimiento y de aprovechar recursos financieros, siendo vital para el cometido, el fortalecimiento de la gestión interna, la promoción de la transparencia y capacitación a los emprendedores en buenas prácticas empresariales.
Un sistema educativo que forme a los estudiantes en gestión empresarial, sostenibilidad y finanzas podría impulsar la formalización de negocios. Las alianzas con universidades para incluir la economía circular en los planes de estudio fomentarían una mentalidad innovadora y responsable con el ambiente y una nueva matriz energética.
La economía circular, que reduce residuos y maximiza recursos, podría transformar el panorama. Al cerrar los ciclos productivos mediante reciclaje y reutilización, las Pymes podrían reducir costos y encontrar nuevas oportunidades de negocio a través de la Bolsa Boliviana de Valores (BBV), siendo los bonos verdes el canal para el financiamiento de proyectos, generando empleo local y reduciendo la huella ambiental.
Pensando en un programa integral para la transformación, divisaríamos los siguientes componentes:
• Financiamiento con incentivos fiscales: Para proyectos sostenibles en áreas como energías renovables o producción responsable.
• Fondos de garantía estatales: Para reducir el riesgo de inversión y atraer capital privado.
• Formación para emprendedores: En gestión ambiental y modelos de negocio circulares.
• Monitoreo de impacto: Para evaluar los beneficios ambientales y sociales.
Lo argumentado, podría facilitar la transición de emprendimientos informales hacia el mercado formal, promoviendo una economía más resiliente y ética.
Finalmente, con organización, educación y herramientas financieras adecuadas, Bolivia podría liderar una transformación económica basada en la ética, sostenibilidad y la inclusión, remarcando la importancia que tiene la colaboración entre los sectores público, privado y académico para materializar esta visión que nos sacaría de la conflictividad social y la informalidad.