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In memoriam: Al amigo “Chichi” Munguía

Escrito por: Juan Jonás Cayú Rossel

In memoriam:  Al amigo “Chichi” Munguía

“Sentí lo que se sentimos cuando alguien muere: la congoja, ya inútil, de que nada nos hubiera costado ser más buenos”, Jorge Luis Borges

 

Es la forma que encuentro para empezar a recordar en un resumido pasaje, la vida de Alberto (Chichi) Munguía Añez, un hombre que disfrutó de su vida bohemia, que tanto le gustaba como escribir sus notas, cuentos y novelas, que daban riendas sueltas a su imaginación para ofrecernos siempre una lección de vida o reflexión para compartir y darle otro sentido a las cosas.

Nos contaba que le agarró el gusto de poner en letras sus ocurrencias y pensamientos, ya en sus tiempos otoñales, que de seguro era de donde emanaba el recuerdo melancólico de la vida, del “tiempo cronológico” que llamó a las arrugas que van sumando en la frente con el inexorable paso de la vida, que deja sus marcas y sapiencia antes de la partida natural. Tuve la intensión muchas veces, de escribir sobre sus hermosas obras, que nos entregaba y comentaba periódicamente, pero no lo hice y es lo que hoy me llena de pesar con el amigo.

Sin embargo, Alberto Munguía, dejó marcada su huella por estos senderos temporales de la vida, con sus tres amenas novelas: “El Demonio de la Misión” y “La Oveja Negra” publicadas el 2009 y “En el Oriente Está el Paraíso” el año 2010. Pero no conforme con ello y haciendo ver su notoria inquietud por las cosas de la vida en nuestro medio, llegó a realizar diversos escritos publicados en lo que llamó la revista digital “Desde la Llanura” hasta el 2015.

En las tres novelas quiso fijar el espacio de la trama un lugar imaginario de esta rica y exuberante llanura, con un grandioso legado misional, lleno de enseñanzas, leyendas y mitos, que todavía alimentan la vida actual en las comunidades y que son aprovechadas por algunos vivillos para consumar sus fechorías con la pobre gente inocente.

En “La Oveja Negra”, describe sin muchos refinamientos literarios, pero con gran pasión y descripción de la tierra, la estoica vida de hombres y mujeres que hicieron posible el desarrollo de la ganadería del Beni, que sin querer, coincidió con el crecimiento de la “minerocracia andicentrista”, tejiendo un pasaje casi heroico de la historia de Bolivia, haciendo relucir la importancia de la actividad pecuaria de las llanuras mojeñas, de donde sin embargo, con tintes de abolengo, surgió Roberto y su gran imperio alimentado por batallas internas entre el bien y el mal, que bien lo identificaban con la maldición de su abuela, quien lo bautizó al nacer como “la oveja negra”, que en la novela es un canto a la virtud, de no sentirse vencido, aún en las peores circunstancias.

“Le miró fijamente a la cara de Roberto, sus ojos eran dos gemas verdes sumergidas en un océano profundo e inescrutable, pero mostraban a la legua los más horribles sufrimientos. Su rostro hermoso y varonil conservaba sus encantos, pero sobre todo, pensó ella, con sus jóvenes sienes salpicadas de blanco, denotaba la gran bondad que siempre adornó su espíritu. Se le acercó con los brazos abiertos, Roberto abrazó fuertemente a aquella mujer de su infancia, ninguno de ellos lloró, simplemente se fundieron en un abrazo tierno”, narra en el preludio del final de la obra, destacando la vuelta a casa del personaje.

Nuestro célebre amigo Guillermo “Memo” Hurtado, comentó la obra “En el Oriente está el Paraíso”, indicando que trata, dramáticamente, de la asimilación de la gente del occidente de Bolivia por el oriente. El carácter peculiar de las gentes que viven en estas regiones de Bolivia, representada por la familia minera “relocalizada”, está bien definido que hasta podría decirse que los personajes retratados en la novela son arquetípicos. Por supuesto, a una novela del siglo XXI, no podía faltarle la sal del sexo y en este escabroso asunto el autor es un maestro en el tratamiento naturalista de él.

En sus escritos “Desde la Llanura”, analiza diversos temas, resaltando su nobleza de compartir el trabajo de otros autores, que la hacían una revista esperada periódicamente por varios y buenos lectores. Es aquí donde habla de la actualidad, la tesis política, con críticas a la actuación política de unos y otros, mostrando su franca decepción por la conducción desacertada de este arte. Desacierto que está llevando al país al caos: “también las voces disonantes de una oposición desesperada, que se escuchan como lamentos, por las pretensiones de un prorroguismo presidencial, esto te altera los nervios que de por sí ya están en estado vibratorio, debido al cotidiano afán de la gente por buscar lo que llevará a la boca al otro día”, nos decía en su entrega del 19 de marzo de 2015.

En un artículo se refiere a la forma cojuda de “perder el tiempo”, a propósito de la guerra sucia que se desata en tiempos electorales, donde el más taimado político, no tiene la suficiente valentía de decirle su contrariedad de frente a su adversario y echa mano de un recurso innoble, de la más pura bajeza humana, para perjudicar la dignidad del otro; o lo hace simplemente, porque no tiene la capacidad de presentar una propuesta sincera y humanamente posible, “la valentía no es decirle públicamente hijo de puta a tu adversario, la valentía es saber aguantar las burreras que cometiste por tu soberbia y que te costaron la pega, eso es ser valiente y un buen político. La marea de la historia es un sube y baja como las aguas del mar, ni el Imperio Romano, ni el loco Hitler duraron lo que creyeron durar, y es la misma historia que las puertas del porvenir, por eso, es el viejo que tiene que preocuparse de los meses y los años, pero los jóvenes tienen toda una vida por delante, que no deben perder por un inmediatismo ponzoñoso que los hace secretar diatribas como perros rabiosos”.

Alberto Munguía Añez, nació en Trinidad el 18 de noviembre de 1947, vivió una intensa y larga vida a la que dio sentido con lo que siempre le gustó, escribir su pensar. Fue un profesional médico veterinario y abogado, escritor, poeta y literato, que al final de sus días dejó varios escritos pendientes. Dios lo recogió este sábado 9 de agosto de 2025, a sus 78 años de edad.

. . . vaya con Dios mi estimado amigo Chichi Munguía..

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