"La capiguara es del pueblo, no de las élites"
Por Sebastian Murillo

En días recientes, se ha desatado una polémica absurda y desproporcionada por la propuesta ciudadana de analizar la categorización de la capiguara como animal doméstico en Trinidad. Ambientalistas ofendidos, comunicados desesperados y hasta una carta oficial del MMAyA (Ministerio del Medio Ambiente y Agua) han intentado frenar una iniciativa que no nació en un escritorio, sino en el corazón del pueblo.
Parece que a ciertos sectores les incomoda que la identidad beniana se exprese con fuerza, alegría y sentido de pertenencia. Les molesta ver a la gente celebrar a un animal que forma parte de nuestra historia, nuestra cultura y hasta de nuestro imaginario infantil. ¿Por qué cuando en otras ciudades conviven con llamas, tortugas o guacamayos no hay escándalo, pero cuando se trata de nuestra capiguara sí?
Trinidad no necesita permiso para querer lo suyo.
El CapiFest no es solo una fiesta —es una declaración de amor a lo propio, una resistencia simbólica frente al centralismo cultural que intenta dictarnos qué es válido y qué no. Detrás de cada niño que dibuja una capiguara, de cada familia que la nombra con cariño, hay una verdad que ni cien comunicados podrán borrar: la capiguara es nuestra.
No estamos hablando de liberar fauna ni de improvisar adopciones irresponsables. Hablamos de abrir un debate técnico, serio, con participación ciudadana, para que el Estado escuche a las regiones en vez de imponerles silencios.
Y sí, vamos a seguir adelante.
Porque no se trata solo de un roedor —se trata de respeto. Respeto a nuestra forma de vivir, de sentir y de construir comunidad. Y si eso molesta a quienes viven atrapados en sus burbujas ideológicas, que se molesten. Acá no estamos pidiendo permiso. Estamos construyendo una Trinidad que alza vuelo con orgullo, con identidad… y con capiguaras.