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La música: un derecho educativo que no puede seguir ausente

Autores: Luis Patrick Guayacuma Zacu Cristian Ángelo Fernández Huanca

La música: un derecho educativo que no puede seguir ausente

Durante nuestras Prácticas Educativas Comunitarias en la Unidad Educativa Santa Elena del Caripo, descubrimos una realidad que, más que sorprendernos, nos interpeló profundamente: la ausencia total de un docente de música y la falta de instrumentos en la institución. Esta carencia no solo evidencia una limitación material, sino también una deuda educativa que afecta directamente el desarrollo emocional, cognitivo y social de los estudiantes.

En un contexto donde la educación debe apostar por la formación integral, resulta preocupante que un área tan significativa como la música siga siendo relegada. La música no es un adorno académico ni un entretenimiento pasajero; es una herramienta pedagógica que estimula la creatividad, fortalece la sensibilidad y permite que los estudiantes encuentren nuevas formas de expresarse. Sin embargo, lo que observamos fue un currículo incompleto, donde la educación artística se convierte en un espacio vacío que poco o nada aporta a los niños y jóvenes.

A pesar de esta realidad, también fuimos testigos del inmenso interés que tienen los estudiantes por el arte sonoro. Muchos de ellos improvisan instrumentos con lo que encuentran, creando ritmos con creatividad admirable. Ese entusiasmo demuestra que existe un talento latente y un deseo genuino de aprender. Pero sin un docente especializado, sin orientación técnica y sin materiales adecuados, ese potencial corre el riesgo de perderse en el silencio.

Como futuros docentes, este panorama nos invita a reflexionar críticamente sobre el lugar que debería ocupar la música en la escuela. La educación artística no puede seguir siendo vista como un complemento secundario. La evidencia pedagógica demuestra que la música potencia habilidades como la disciplina, el trabajo en equipo, la concentración y, además, contribuye al mejor desempeño académico en otras áreas. Negar su presencia es negar oportunidades de desarrollo integral para todos los estudiantes.

Por ello, consideramos urgente gestionar la incorporación de un docente de música y promover la adquisición de instrumentos básicos. Nuestra propuesta no pretende ser una solución inmediata ni milagrosa, pero sí un punto de partida. Además, es posible aprovechar la riqueza cultural de la comunidad: padres, exalumnos, músicos locales o artesanos pueden aportar enormemente mediante talleres y actividades temporales mientras se consigue apoyo institucional. La comunidad educativa debe convertirse en una aliada en este proceso.

Una escuela sin música es una escuela con menos alma. Y una escuela sin alma es una institución que enseña, pero no inspira. La Unidad Educativa Santa Elena del Caripo merece recuperar ese espacio artístico que, más allá de embellecer el ambiente educativo, forma seres humanos más sensibles, solidarios y plenos.

Como estudiantes en formación, creemos que es momento de alzar la voz y trabajar para que el silencio impuesto por la falta de recursos sea sustituido por melodías, ritmos y nuevas oportunidades. La música no solo transforma ambientes; transforma vidas. Y es nuestro deber garantizar que llegue a cada aula donde hoy todavía reina el silencio.

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