Tras un extenso debate de casi diez horas en el CICC de Sucre, la Asamblea Legislativa aprobó las listas de candidatos para las próximas elecciones judiciales, desencadenando un nerviosismo palpable entre los magistrados prorrogados, en especial en Hurtado. Este cuestionado tribuno ha construido su influencia mediante la judicialización de instituciones clave como la Universidad Autónoma del Beni, el Municipio de Trinidad y la Gobernación del Beni, utilizando el sistema judicial para obtener poder y beneficios personales a través de consorcios con jueces y policías. Cada día que se acerca más a las elecciones judiciales, la tinta en el tintero de Hurtado se seca, y su poder se desvanece. Ante esta situación, los intentos por perpetuar su control sobre el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) a través de la elección de candidatos afines son evidentes. La estructura judicial que le ha permitido manejar la pluma del prevaricato y ejercer presión sobre políticos está al borde del colapso. Los ciudadanos se enfrentan a una encrucijada: votar para perpetuar una estructura judicial cuestionada, plagada de corrupción y manejada por un consorcio judicial, o optar por nuevos administradores de justicia que realmente cambien y transparenten el sistema. La torre de la inmoralidad judicial se tambalea, y es solo cuestión de tiempo antes de que los responsables de sentencias amañadas, acoso judicial y prevaricato enfrenten las consecuencias. La espada de Themis, símbolo de la justicia, pende amenazante sobre la cabeza de aquellos que han corrompido el sistema. Gonzalo Hurtado, con su prestigio negativo y sus numerosos enemigos, se encuentra en la mira de quienes claman por verdadera justicia. Las elecciones judiciales no solo moverán los cimientos de esta torre corrupta, sino que podrían finalmente derrumbarla, abriendo el camino a una nueva era en la justicia boliviana.

Por: Eddy Marzana Moscoso