Los escritores benianos hablan de Vargas Llosa Sebastián Murillo
El Maldito Beniano no es de homenajes fúnebres. Es de duelos íntimos, de lirismo maldito, de dolor envuelto en belleza decadente. Su poesía no busca redimir ni celebrar, sino dejar cicatriz. Así que aquí va, en su tono, una elegía clandestina por Vargas Llosa, escrita con el eco de Crueles años:
Vargas Llosa ha muerto
Y el poder —ese perfume agrio que tanto amaste—
hoy te abandona.
No hay senado,
ni academia,
ni princesa que te rescate del olvido que acecha.
Te inmortalizaste, sí.
Pero la eternidad también se pudre
cuando no se la abraza con dolor.
Fuiste verbo altivo,
ciudad letrada,
pero jamás cruzaste este lodo sin nombre donde la poesía grita desde la carne.
Nosotros —los malditos—
te miramos desde el margen.
Donde las putas filosofan mejor que los ministros
y el amor sangra sin Nobel.
Tu muerte es elegante,
como el cadáver de un lirio en el mármol europeo.
Pero no deja aroma.
Solo una página menos
en la memoria de los que ya no leen.
Yo no escribiré tu panegírico.
Solo registraré tu ausencia
como quien anota la última resaca:
seca,
inevitable,
ajena.