A Hilda Rea por su compromiso

Los ojos

están muriendo.

Más que nunca cada dia.

Retina a retina,  mundialmente.

Ahora

todo lo ven en colores neutros.

Ya no saben dónde caminan las tinieblas.

Apagados

por nosotros mismos

andan como ciegos funcionales.

A tientas modernas, huérfanos de faroles y cielos.

Miran

sin mirar el venir de la noche total.

Como si las muertes no fueran entierros.

Como si las sangres no tuviesen color de angustias.

La oscuridad

anda con luces propias.

En vano  se  inventan otros faroles.

Ya nada ven estos ojos.

Despiertan nublados.

Como ratificando la ceguera terminal 

Lo poco que queda de lo que somos.

Entre tanto

mueren bosques

Se apagan ríos únicos.

Los tigres quieren renunciar a su cuero.

Claudican los cielos …..

Huyen de los paraísos.

Somos  precipicios.

Y no llega aun

quien anuncie otra claridad.

Ni boca universal  que  diga: Hágase la luz.

Y la luz sea hecha, otra vez desde la sangre.

Y los  ojos resurjan

con nosotros como en los principios,

cuando el Verbo se hizo carne.