mañana y tarde: la realidad de compartir infraestructura escolar

Escrito por: Autoras: Jemima Ruth Pérez/ Lilibeth Gonzales Muñuni

mañana y tarde: la realidad de compartir infraestructura escolar

Las escuelas de doble turno son como una casa de familia numerosa: siempre ocupadas, siempre en movimiento, y con poco tiempo para respirar. Por la mañana, un grupo de niños llega a aprender sobre fracciones y las provincias del país; por la tarde, otros pequeños toman su lugar para descubrir el mundo de los verbos y los colores primarios. Entre horarios ajustados, pizarrones compartidos y maestros diferentes, ¿cómo se vive esta realidad en las aulas de nuestro país?

En estas escuelas, las aulas no tienen dueño, o más bien, tienen dos. Por la mañana, se respira el bullicio típico de los estudiantes más despiertos, frescos tras un desayuno apresurado. Por la tarde, la energía es distinta, como si el sol bajara el ritmo de la vida y las clases se tornarán un poco más pausadas y acaloradas de nuestro cálido clima.

Conversamos con una maestra de primaria que trabaja en el turno de la mañana, y esto fue lo que me dijo:

"Cuando llego a mi aula, sé que fue usada la tarde anterior. A veces encuentro dibujos en la pizarra o pupitres fuera de lugar. No es algo malo, pero sí me recuerda que este espacio no es solo mío. Es como compartir una bicicleta: cada uno pedalea su tramo, pero la bicicleta sigue siendo la misma."

Por otro lado, la maestra quien enseña en el turno vespertino, tiene una perspectiva diferente:

"Nosotros siempre encontramos las aulas limpias, pero algo frías. Es como si el entusiasmo de la mañana se quedara en los pasillos y nosotros tuviéramos que reconstruirlo desde cero."

Los maestros: adaptarse o adaptarse

Si algo destaca en este modelo es la flexibilidad de los docentes. Cada turno tiene su propio equipo, y los maestros rara vez coinciden. Esto crea estilos de enseñanza que, aunque distintos, deben complementarse.

Jemima, estudiante de formación docente, lo explica bien:

"Es interesante, pero también complicado. Los niños del turno de la tarde a veces sienten que llegan a ‘otra escuela’. Cada maestro tiene su enfoque, y tienen que lidiar con el calor de la tarde ya que las aulas no tienen ventiladoras que puedan mitigar el calor generado por el ambiente de muchos niños, pero el aprendizaje no se detiene”

Además, está el tema del desgaste: las aulas no descansan, y tampoco los recursos. Las tizas, los libros y las sillas parecen envejecer más rápido cuando la jornada no tiene fin.

¿Eficiencia o desigualdad?

El modelo de doble turno es eficiente, sin duda. Permite que más niños tengan acceso a la educación en lugares donde las escuelas no son suficientes. Sin embargo, también pone sobre la mesa una realidad incómoda: la desigualdad.

En mi visita a varias unidades educativas, noté un patrón. Las escuelas del turno de la mañana suelen tener más recursos, desde libros hasta tecnología, mientras que las del vespertino deben arreglárselas con menos.

Lilibeth, estudiante de formación docente, quien estudio en primaria en el turno de la tarde lo explica:

"Parece que el turno de la mañana siempre gana la carrera, aunque todos corramos por la misma meta."

Un desafío por resolver

El sistema de doble turno es una solución temporal que se ha vuelto permanente. Aunque tiene sus logros, es hora de preguntarnos si estamos dando a todos los niños las mismas oportunidades.

Lo que me queda claro es que los maestros, esos héroes silenciosos, seguirán sacando lo mejor de cada día y de cada espacio compartido. Porque, al final, enseñar es eso: encontrar luz, incluso cuando los recursos parecen escasos y los horarios, infinitos.

¿Y tú, cómo ves este modelo? Tal vez compartiste aulas en tu infancia o tienes hijos que ahora viven esta experiencia. Sea como sea, te invito a reflexionar: ¿es este el camino que queremos para nuestras escuelas?.

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