Maternidad en la sociedad tradicional de Trinidad
Escrito por: María José Yabeta
Nuestra sociedad nos vende desde que nacemos la idea de la bendición que es la maternidad, nos venden la idea de la familia Disney y el vivieron felices para siempre como la máxima realización, como el sueño anhelado, como lo más hermoso e importante de la vida. La realidad es que nuestra sociedad está estructurada para que la maternidad sea una cárcel, para que ser madre sea sinónimo de soportar callada dolor, de sacrificarse, de anularse como mujer y persona, para que sea el título de una serie de trabajos no pagados, que duran 24 horas y los 7 días de la semana, trabajos que son infravalorados e invisibilizados, todo bajo el lema del “sos la madre”.
Crecemos con la idea del príncipe, de que alguien más ajeno a nosotras será el amor de nuestra vida, y que eso debe ser nuestra máxima felicidad y que hará que valga la pena todos los sacrificios que debamos hacer en pos de eso.
“Si van a tomar la decisión de ser madres, pregúntense si quisieran ser madres solteras, y autónomas, con todo lo que implica criar, y maternar sola… Porque lo más probable es que les toque hacerlo, porque el 80% de las mujeres que llegan a embarazarse en pareja, acaban maternando solas, y adivinen, no eres la excepción, lo más seguro es que seamos parte de esa estadística; esa es la realidad”
Fueron las palabras de una influencer que comparte su maternidad día a día. Y es tan real, cuando estamos en pareja, y estamos enamoradas, creemos estar viviendo el sueño del amor y la familia feliz, y en ese momento el hombre que está a nuestro lado, es el mejor hombre del mundo, que él, es el diferente, que nunca nos lastimaría, nos fallaría, y suelen comportarse así durante un tiempo. A veces el tiempo suficiente para vendernos la promesa de una familia feliz, del gran amor de telenovela, incluso con palabras de amar nuestra libertad y de nunca buscar cortarnos las alas; ¿Por qué? Porque es el patriarcado, porque llevan interiorizado la idea del macho con hijos, que deja descendencia para posteridad, que perpetua su linaje.
Pero, ojo, un linaje que no sea responsabilidad de ellos. Porque ellos pueden elegir, si estar o no presentes en el embarazo, si cubrir o no los gastos de un embarazo, si estar o no presentes en la vida de sus hijos, si cubrir o no los gastos que implica un hijo. La gran diferencia entre la maternidad y la paternidad dentro de la sociedad sudamericana es que los “padres” pueden elegir, las madres no. Porque el embarazo si o si es llevado por la mujer, porque el enorme desgaste físico y mental que implica un embarazo lo sufre exclusivamente la mujer, y es un desgaste del que una no se recupera y que además no es visibilizado nunca. Porque en la crianza mientras el hombre es elogiado por hacer lo mínimo necesario para mantener con vida dos horas a un bebe, y eso cuando quieren hacerlo; a la mujer se le exige que cuide a la perfección 24/7 a un bebe y luego a un niño, y sin que se le reconozca el hacerlo.
Porque el hombre en el momento que guste, pueden dejar la familia que tanto pidió a su pareja formar, e ir en otro rumbo, sin ningún inconveniente. La que se queda con hijo, y debe resolver como criar, trabajar y cubrirse los gastos sola, es la mujer. Porque, además, ahora, resulta que hasta los derechos que hemos conquistado con tanto esfuerzo como mujeres, los vuelcan a su favor.
“quieren igualdad? Pues todo mitad, mitad, no todo lo debo cubrir yo, vos tienes que poner la mitad”
Sin embargo, la hija o hijo, vive con la madre, corre por cuenta de la madre, las labores de cuidado, de servicios básicos, de transporte, etc.
O si no llega el padre del año, o el héroe que “ofrece su ayuda”
“Sí tan pesada es tu maternidad, dámelo, que viva conmigo, no digas que no te ofrezco ayuda”
Claro, “su ayuda” es ofrecerle a una madre, que no esté con hijo, pero no se les pasa por la cabeza el crear condiciones en las cuales ambos puedan ejercer su relación de padres sanamente. Además, teniendo en cuenta que la calidad de los cuidados que reciben los menores baja significativamente, porque la mayoría de los hombres se escudan en el “yo no sé”.
Todo eso sin contar con la estigmatización de “la mantenida”, que si ella “no trabaja” es una mantenida, que si pide pensión “debe tomar en cuenta que ambos lo hicieron, la responsabilidad es de ambos”, que si pide pensión “que le pasa, acaso no puede sola”. Que si “las mujeres somos fuertes” que “las mujeres debemos poder con todo”. De aquí os pasamos al estigma del “mayor amor de madre es sacrificarse “que ser madre si o si tiene que ser sacrificarse una, olvidarse de una como mujer y dedicarse solo a ser madre, que ya no se puede tener vida propia, que debemos olvidarnos de nuestros sueños y aspiración y de nuestros deseos, ah, y también debemos sentir y pensar que el ser madre debe ser lo mejor que nos ha pasado, y la bendición más grande; que además no trabajamos, no importa la labor que desempeñemos cuidando a nuestros hijos, en nuestras casas, eso para la sociedad no cuenta como trabajo.
Que, si tenemos más sueños, más deseos o nos sentimos realizadas con otras cosas fuera de la maternidad, entonces somos malas madres.