No pueden quedar impunes las autoridades que promovieron la corrupción en el Gobierno anterior
Autor: Post Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia Doctor en Economía. Posdoctoral Currículo, Discurso y Formación de Investigadores
El daño económico
que dejó la gestión anterior no puede ser minimizado ni olvidado, la corrupción
y la improvisación de algunos de sus principales responsables estancaron la
economía, erosionaron la reputación del Estado y afectaron directamente la
confianza de inversionistas y ciudadanos, no se trató de errores aislados sino
de decisiones deliberadas que reflejaron la ausencia de criterio técnico y la
prevalencia de intereses personales por encima del bien común.
Algunos ministros
de aquel período actuaron como si fueran genios sin contar con experiencia ni
capacidad suficientes, dejando al país embarrado con inversiones mal
planificadas, proyectos sin impacto real y un desorden administrativo que aún
hoy exige corrección, el caso más emblemático es el del exmandatario Luis Arce
Catacora y su entorno, que olvidaron que las inversiones deben estar guiadas
por la virtud, dirigidas al desarrollo sostenible y al bienestar general, y no
ser instrumentos de la codicia y el interés personal.
El mal manejo de
los recursos excedió la improvisación, se transformó en prácticas que
enriquecieron a unos pocos, el subsidio, mal llamado subvención, fue utilizado
para favorecer intereses privados, dejando de lado su objetivo social, y la
gestión no regulada de criptomonedas permitió transacciones irregulares en la
compra de hidrocarburos, se adulteraron combustibles y se comercializó gasolina
de pésima calidad, generando un daño económico directo a la sociedad, según la
fuente del Ministerio de Hidrocarburos, muchos automóviles resultaron averiados
y los costos de reparación fueron altísimos, afectando a los propietarios sin
que exista hasta ahora una compensación efectiva.
Según la fuente
Activos Bolivia, la corrupción en el sector de hidrocarburos genera pérdidas de
hasta US$ 1.500 millones al año,
producto de sobreprecios, contratos irregulares y otros esquemas ilícitos,
mientras que el Estado boliviano gasta aproximadamente US$ 2.000 millones anuales en subsidios a
combustibles, de los cuales, según la fuente del Ministerio de
Hidrocarburos, se pierden cerca de US$ 600
millones anuales por contrabando hacia países vecinos, cifras
que muestran que la mala gestión tiene consecuencias directas para la economía
y la sociedad.
La Asamblea
Legislativa Plurinacional tiene la responsabilidad de nombrar un nuevo
Contralor que investigue a fondo la gestión saliente, sin embargo esta acción
no debe limitarse a la esfera institucional, los nuevos ministros,
especialmente aquellos de confianza de Rodrigo Paz y Edman Lara, deben impulsar
auditorías externas en sus carteras y en las entidades públicas, según la
fuente de Energía Debate, esta medida no solo busca transparencia sino también
establecer un precedente claro, la sociedad boliviana no puede ser engañada ni
tolerar la repetición de prácticas que debilitan al Estado.
El modelo de
gestión anterior mostró una falla estructural fundamental, jamás se aplicó una
gestión de proyectos basada en criterios de impacto, resultado y virtud, las
inversiones se hicieron sin responder preguntas esenciales como qué producir,
para quién, cómo, con quién, cuándo y dónde, tampoco se consideró la estructura
organizacional y gerencial adecuada, lo que amplificó los errores y el daño
económico y social.
Es momento de
aplicar el imperio de la ley sin excepciones, la sociedad exige justicia,
transparencia y responsabilidad, solo mediante auditorías rigurosas, rendición
de cuentas y proyectos con criterios claros y virtuosos Bolivia podrá recuperar
la confianza perdida y garantizar que futuras inversiones generen un impacto
real y duradero en la economía, la sociedad y el bienestar colectivo, según la
fuente de Enfoque News.
El mensaje es
inequívoco, la impunidad no puede ser tolerada, la corrupción sistemática, el
enriquecimiento ilícito y la mala gestión dejaron cicatrices profundas,
corresponde a los gobernantes actuales, con firmeza y criterio técnico, poner
fin a estas prácticas y asegurar que las lecciones del pasado se traduzcan en
un futuro más sólido, transparente y virtuoso para el país.