Nosferatu, el vampiro que no gustó en el Beni Por: Ricardo Gutiérrez

La premisa del artículo es fácil de entender, hablar de cine, de películas que llegan hasta la capital del Beni y se proyectan en algún espacio público o privado; la segunda premisa es incluso más sencilla de entender, hablar de la última película que llegó a los cines trinitarios, Nosferatu, aclamada como una obra de arte y firme candidata a llevarse varios premios internacionales.

Nosferatu, el vampiro que no gustó en el Beni Por: Ricardo Gutiérrez

Lo realmente interesante del artículo viene de tratar de entender porque parece que la película no gustó al público de la capital, y luego de haberla visto y hablado de ella con varias personas que si la vieron, me quedan algunas observaciones que haremos en este artículo.

La película del director Robert Eggers es sin duda una película lenta, los que gustamos de ver cine, conocemos la obra de Eggers, y sabemos que su estilo es exactamente ese, una trama lenta y un terror que se construye sin grandes saltos y escenas muy violentas, Nosferatu nos muestra un terror lento y muy estético que parece no haber gustado al público de la ciudad, acostumbrado talvez a algo más sencillo.

Nosferatu no es una película de amor, como lo fue Drácula dirigida por Francis Ford Coppola de 1992, donde Gary Oldman dirá una de las frases más icónicas del cine, “Recorrí mares de tiempos para encontrarte”, trivia al respecto, Oldman leyó el guion y aceptó el papel de Drácula, solo para poder decir esa frase.

Nosferatu no habla de amor, habla de lujuria, deseo, posesión, sexo y exceso, talvez la gente que fue a verla esperaba lo otro, algo que ver con el amor, con la paradoja romántica de un vampiro enamorado de una mujer mortal.

En ciertas partes de Drácula de 1992, este personaje parece ser inocente, una víctima del destino que solo anhela encontrar al amor de su vida, Nosferatu es un villano, no tiene nada de sensual, ni de bondadoso, ni de elegante, ni de romántico, es un ser grotesco, Eggers se encarga de aumentar ese grotesco es la construcción de este personaje, la forma en la que habla, la forma en la respira, en la que succiona la sangre, Nosferatu es un ser grotesco y la película así lo muestra, porque el vampiro de Eggers no es un conde elegante y hermoso victima de una maldición, es un cadáver, un muerto viviente medio podrido, un esqueleto con un poco de carne que se mueve por una voluntad diabólica, la peor maldad de todas para la iglesia católica, el deseo, la lujuria, el placer.

No hay final feliz ni mucho menos victoria y derrota, lo que tenía que pasar pasó, la gente que esperaba ver el triunfo del “bien” contra el “mal”, no verá eso, es tan sencillo como la naturaleza humana, porque la película muestra un mundo de fantasía muy real en su universo, nada es bueno ni malo, las cosas son como son y el final es lo que tenía que ser desde un principio.

La película no es una película de terror, es una película que construye una propuesta estética, sombras, blancos, negros, planos magistrales, logrados con una precisión única, propia de un genio en el manejo de la cámara, cosas que para el espectador común pasan desapercibidas y que no terminan de justificar otros aspectos de la película, por lo menos así lo pensaron muchos de los que fueron a ver esta cinta junto a mí.

 Admito que es una película lenta, que me falto ver un poco más de Nosferatu, pero no puedo decir que es una mala película, siendo tan perfecta en toda su cinematografía, es una obra de arte, que capaz, no es para todos.

Me hubiera gustado que al final, el público hubiera seguido mi aplauso, como pasa cuando una cinta gusta a los espectadores, nadie me siguió, otra muestra que esta obra, no gustó al público trinitario.

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