“Nosotros tenemos una perdida ya en cosecha de 15 mil hectáreas y en siembra 10 mil que no pudimos sembrar, la verdad eso es una cantidad muy fuerte, tenemos una perdida por alrededor de 40 millones de dólares, la verdad que es un golpe muy fuerte para nuestro sector,” declaró Pérez.

La cosecha se realiza en municipios como San Javier, San Andrés y Trinidad, donde las lluvias han dificultado el acceso a los campos y el trabajo de las máquinas.

Pérez explicó que, si bien el 85% de la producción ya fue levantada, el 15% restante depende de que mejore el clima y que se mantengan operables los caminos rurales.

El representante advirtió que, si no se termina la cosecha en los próximos días, una parte del arroz podría deteriorarse por exceso de humedad, ante esta situación, los arroceros pidieron a las autoridades departamentales y nacionales apoyo inmediato con combustible, maquinaria y mantenimiento de caminos vecinales.

También solicitaron que se agilicen políticas públicas para proteger al sector agrícola frente a fenómenos naturales como inundaciones o sequías.

PÉRDIDAS

Pérez dijo a Canal Rural que, en términos de volumen, las pérdidas en siembra y cosecha significan 120.000 toneladas que se dejaron de cosechar y eso va a repercutir en el mercado, según el reporte de Adepab, cuyos afiliados aún enfrentan los embates de las inundaciones.

“Esperamos que no nos falte el combustible. En Trinidad no hay combustible”, expresó Pérez. El ejecutivo explicó que, si bien se está entregando lo mínimo, los surtidores no abastecen ni para los agricultores ni para los ganaderos que están desesperados por sacar su ganado de las zonas afectadas por la inundación.

“Tenemos productores que están con su maquinaria, con todo listo para cosechar y no tienen diésel. Están parados y pasan los días, días buenos que no se cosecha, llueve y se echa a perder la producción”, agregó.

La consecuencia de esta situación es que muchos productores no van a poder sembrar en la próxima campaña debido a las pérdidas y aún existe temor por las lluvias torrenciales de los últimos días, en una región que ya se declaró en desastre semanas atrás.