Reflexión sobre la sub cultura de improvisación y corrupción en Bolivia y América Latina
Escrito por: Post Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia Doctor en Economía. Posdoctoral Currículo, Discurso y Formación de Investigadores
En Bolivia y América Latina, se observan patrones estructurales que explican gran parte del sufrimiento social. La evidencia señala que la “subcultura” de la improvisación y corrupción ha condicionado históricamente la gestión pública, la definición de políticas sociales y la organización de la vida colectiva, afectando la educación, la salud y la nutrición de manera profunda y sostenida.
La improvisación institucionalizada se convierte en norma, cuando cada nuevo gobierno desplaza o modifica los proyectos anteriores, demostrando que la planificación estratégica es inconsistente y que la toma de decisiones se realiza desde la urgencia. Este patrón genera desconfianza ciudadana y limita la capacidad del Estado para convertirse en un proyecto de desarrollo coherente y sostenible.
La corrupción, otro componente de esta subcultura, no solo implica apropiación indebida de recursos, sino también la erosión ética del Estado. Premiar lealtades políticas sobre méritos y desestimar la rendición de cuentas refuerza la desigualdad y debilita derechos fundamentales, generando un ciclo de exclusión que perpetúa la fragilidad institucional.
La ausencia de un modelo definido de educación, nutrición y salud productiva genera consecuencias visibles como violencia, narcotráfico, migración, informalidad y deterioro del tejido familiar; estos fenómenos no son independientes, sino que forman un círculo vicioso que refleja la fragilidad estructural del Estado y la normalización de la ilegalidad y la violencia. Además, el dogmatismo y la repetición de errores históricos impiden el desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía social, bloqueando la posibilidad de construir una sociedad ética y ordenada a través de procesos de planificación y gestión de proyectos factibles por su coherencia, congruencia y correspondencia.
Revertir este ciclo implica refundar la educación destinada a formar ciudadanos críticos y productivos a través de la institucionalización de la planificación, evaluación y rendición de cuentas, considerando la reconstrucción de la cultura del bien común, donde gobernar sea servir y no privilegiar intereses particulares. El sufrimiento social es resultado de decisiones humanas y patrones históricos que pueden modificarse. La investigación y el análisis muestran que es posible reemplazar la “subcultura” de improvisación y corrupción por una de ética, planificación y responsabilidad social, construyendo sociedades más justas, sostenibles y humanas.