En la gestión 2021, asumí el segundo cargo de director de unidad educativa institucionalizado en el núcleo educativo Perotó. Esta etapa de institucionalización ha sido una experiencia enriquecedora y prolija que me ha permitido incrementar las habilidades profesionales y aptitudes personales por los siguientes tres años.

En claro, cabe resaltar, que la institucionalización no es solo un proceso de adaptación, sino también de transformación intelectual comunitaria. Detalle que, a cada necesidad se ajustan las habilidades y conocimientos a las funciones específicas de la institución. Tiempo importante para desarrollar también la empatía con los actores educativos, así como la comunicación asertiva; en muchas ocasiones la normativa carece de procedimientos claros para su aplicación o simplemente no lo hay, cada director debe interpretar y aplicar los reglamentos mediante el diálogo y el consenso.

Otro aspecto que se puede resaltar es la importancia de la escucha activa. Al tomar el tiempo para escuchar las preocupaciones y necesidades de los actores educativos, pude desarrollar la confianza y el respeto mutuo.

En retrospectiva, puedo decir que mi proceso de institucionalización ha sido un viaje de crecimiento y aprendizaje. Aprendí a ser más flexible, a adaptarme a nuevas situaciones y a liderar de manera efectiva.

Mi experiencia me ha enseñado que la institucionalización es un proceso continuo de dedicación, perseverancia y sobre todo la disposición de aprender para seguir creciendo. Aquellos colegas maestros que están iniciando su propio proceso de institucionalización, les animo a mantener una mente abierta y actitud receptiva. Aprender de otras personas, escuchar y seguir consejos y no menos importante dar y pedir ayuda.

En conclusión, mi proceso de institucionalización ha sido una experiencia invaluable que me ha permitido desarrollar habilidades como líder y como persona. Ahora espero que mis reflexiones puedan ser de ayuda a aquellos que están iniciando su propio viaje de institucionalización.