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REPORTAJE ESPECIAL Veda en el Beni: ¿se protege al río o solo se castiga al pescador equivocado? Por La Palabra del Beni – 5 de diciembre

Cada año, cuando llega diciembre, las aguas del Beni entran oficialmente en “descanso biológico”. La Ley 938 —Ley de Pesca y Acuicultura Sustentables— activa su temporada de veda con una prohibición clara: detener la presión sobre los peces para permitirles reproducirse y garantizar la supervivencia de la especie.

REPORTAJE ESPECIAL      Veda en el Beni: ¿se protege al río o solo se castiga al pescador equivocado? Por La Palabra del Beni – 5 de diciembre

Pero en el terreno, lejos del papel, ocurre otra cosa.

La veda se volvió un arma de doble filo: penaliza al pescador deportivo, que extrae mínimas cantidades y cumple formalidades, mientras desliza sin control la actividad del pescador comercial, que es quien sostiene la mayor presión sobre los ríos del Beni.

Hoy, 5 de diciembre, la pregunta emerge inevitable:

¿Realmente estamos protegiendo los peces? ¿O solo estamos blindando un sistema que sigue depredando en silencio?


LA LEY 938 Y LA VEDA: UN MECANISMO PENSADO PARA CONSERVAR… PERO MAL APLICADO

La Ley 938 establece que la veda debe prohibir la extracción, transporte y comercialización de especies en periodo reproductivo. También sanciona como infracción muy grave la captura de peces en talla pequeña o durante la veda (Art. 45).

Sin embargo, en el Beni se aplica una veda parcial, que permite la pesca comercial bajo ciertos criterios, contradiciendo el espíritu conservacionista del texto legal.

¿Qué implica esto?

• Se mantiene la actividad comercial en plena época reproductiva.

• Se genera un sistema de “excepciones” que reduce el impacto de la medida.

• Se desplaza el foco del control hacia el pescador más fácil de fiscalizar: el deportivo.


EL PESCADOR DEPORTIVO: CONTROLADO, SEÑALADO Y SIN MARGEN

La pesca deportiva, según la Ley, no tiene fines de lucro y se considera actividad especializada y regulada.

Aun así:

• Es el primer sector al que se prohíbe completamente pescar en veda.

• Es el que más controles recibe en ríos, lagunas y carreteras.

• Es el que menos impacto genera en términos de biomasa extraída.

En temporada alta, un pescador deportivo puede capturar entre 0 y 3 peces por jornada.

En contraste, un pescador comercial con red puede capturar cientos en una sola noche.

Aun así, cuando llega la veda, las portadas y discursos suelen repetir un estribillo conocido:

“Se prohíbe la pesca deportiva.”

¿Qué no se dice?

Que la pesca comercial continúa, aunque bajo restricciones que rara vez se fiscalizan de manera efectiva.


LA EVASIÓN COMERCIAL: UN SECRETO A VOCES

En el Beni, cualquier pescador sabe cómo funciona la trampa legal más común:

“Se metió en la red. No puedo botarlo. No hay que desperdiciar.”

Ese argumento se repite todos los años y sirve para justificar:

• La retención de juveniles.

• El incumplimiento de tallas mínimas.

• La venta informal en mercados y vías públicas.

• La continuación del comercio incluso en los meses de reproducción.

La Ley establece que vender peces en talla prohibida o en veda es infracción muy grave (Art. 45.4).

Pero en la práctica, el control es mínimo:

• No existen suficientes inspectores.

• Las redes usadas capturan juveniles por defecto.

• La cadena comercial está fragmentada e informalizada.

• Nadie verifica tallas en mercados ni rutas de transporte.

Resultado:

La veda existe en teoría, pero el río sigue siendo explotado casi con normalidad.


EL EFECTO REAL: ¿ESTÁN EN RIESGO NUESTROS PECES?

Sí.

Y más que nunca.

1. La extracción no se detiene durante la veda parcial

Esto afecta directamente a especies como:

• surubí,

• pacú,

• sábalo,

• dorado,

• blanquillo,

cuya reproducción depende de ventanas específicas sin perturbación.

2. Los juveniles no llegan a la adultez

La captura incidental en redes reduce la renovación de la población.

3. Los ríos del Beni ya muestran signos de sobreexplotación

Guías de pesca, biólogos y poblaciones ribereñas coinciden:

los peces grandes son cada vez menos, los juveniles cada vez más pequeños y la presión comercial aumenta mientras la demanda se expande a La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

4. El sistema de control es insuficiente

La fiscalización no se sostiene frente a la magnitud del comercio informal.

Peor aún: el pescador comercial opera de noche, en zonas remotas y con redes de amplio alcance.


UN MODELO DISEÑADO PARA FALLAR

En resumen:

• El pescador deportivo está hiperregulado.

• El pescador comercial está subcontrolado.

• La “veda parcial” diluye el concepto mismo de veda.

• Los peces sí están en riesgo, y la especie que hoy no se protege será la que mañana tengamos que repoblar artificialmente.

La Ley 938 no es el problema.

La aplicación asimétrica, sí.


LA PREGUNTA QUE SIGUE ABIERTA

Si realmente queremos proteger nuestros ríos:

¿Tiene sentido mantener un modelo donde el único que deja de pescar es el que menos daño hace?

Mientras no se controle la cadena comercial, mientras se normalice la excusa del “se metió”, mientras no se fiscalicen las tallas mínimas y mientras la veda siga siendo parcial, el Beni continuará navegando hacia un escenario inevitable:

ríos vacíos, economía pesquera colapsada y una pérdida irreversible del patrimonio natural amazónico.

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