Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara, la reconstrucción de la confianza y el valor de la familia en tiempos de estanflación
Escrito por: Post Ph. D. Alfredo Eduardo Mancilla Heredia Doctor en Economía. Posdoctoral Currículo, Discurso y Formación de Investigadores
En medio de una de las crisis económicas y morales más complejas de las últimas décadas, Bolivia busca reencontrarse con el valor de la credibilidad, la gestión transparente y el sentido humano del poder público. Tras años de políticas desacertadas, ineficiencia ministerial y decisiones que deterioraron la economía y el tejido social, surgen figuras como Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara que representan una nueva etapa de unidad nacional, rendición de cuentas y reconstrucción institucional basada en principios, valores y confianza en Dios.
El país atraviesa un proceso de estanflación, una combinación crítica de estancamiento productivo e inflación persistente, generada por una administración que no supo leer los signos del tiempo. Los errores acumulados, la improvisación en la gestión pública y el uso político de los recursos estatales derivaron en un daño económico profundo, traducido en déficit fiscal, fuga de capitales y desconfianza ciudadana.
A ello se suma un deterioro ético evidente, la banalización del poder, el irrespeto a las mujeres y la desintegración familiar como consecuencia del abandono de los valores esenciales. El país no solo fue víctima de una mala gestión económica, sino también de un vaciamiento moral, donde la familia, núcleo vital del desarrollo, fue relegada del discurso y de la acción gubernamental.
Hoy, con la presencia pública de Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara, se abre una esperanza concreta, una gestión creíble, un liderazgo dialogante y un compromiso con la verdad y la auditoría pública. Ambos representan la posibilidad de revisar con rigor los actos de gobierno del mandatario saliente y de sus ministros, muchos de los cuales actuaron con ineficiencia, opacidad e incluso negligencia frente a las necesidades reales del pueblo boliviano.
La propuesta de Paz y Lara no se limita a un cambio de rostros, sino a un cambio de lógica, recuperar la confianza a través del trabajo bien hecho, la ética, la transparencia y la fe en Dios como guía moral y fuente de inspiración. Su discurso, centrado en la auditoría del gasto público, la eficiencia institucional y el fortalecimiento de la familia como eje de la economía, apunta hacia un modelo de desarrollo más humano, menos ideologizado y más basado en la meritocracia, la justicia y la responsabilidad social.
Porque no hay economía sólida sin familia fuerte, ni desarrollo sostenible sin principios, ni democracia real sin confianza en Dios. En un contexto donde la corrupción ha sido la moneda de cambio y la impunidad un escudo de poder, la presencia de líderes con visión de país y vocación de servicio marca la diferencia.
Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara encarnan ese espíritu, un liderazgo civilista que no busca dividir, sino unir, que no pretende destruir, sino auditar, y que apuesta por reconstruir el país desde sus cimientos morales, espirituales y productivos.
La historia reciente enseña que no se puede edificar progreso sobre la mentira ni sostener desarrollo con la corrupción. El futuro exige valentía, coherencia y fe, y hoy Bolivia parece tener en estos dos líderes una oportunidad real de retomar el rumbo, el de la familia, los valores, el trabajo honesto, la fe en Dios y la esperanza colectiva.