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Salteñas Chingola Únicas en el mundo, representación de la identidad y amor de los trinitarios

Trinidad es una ciudad pequeña en comparación a otras capitales departamentales, es una ciudad en crecimiento que se está descubriendo a si misma, que se está re inventando a si misma, construyendo nuevos significados y significantes pensando en el futuro.

Salteñas Chingola Únicas en el mundo, representación de la identidad y amor de los trinitarios

Pero ninguna ciudad o sociedad puede construir su futuro sin los cimientos de su pasado, de su identidad, y la identidad de los pueblos se sostiene de elementos diversos que dan a los individuos la certeza de pertenencia.

Y uno de los elementos que sostienen nuestra identidad como trinitarios son las “Chingolas”, una salteña particular y única en todo el mundo, una salteña que está cargada de tradición, de amor por las personas, de amor por la familia, de amor por una madre.

Ahora que la salteña boliviana está siendo conocida por el mundo entero, la salteña Chingola, tradicional de Trinidad, se transforma no solo en un elemento de identidad, sino de orgullo, porque es nuestra, es de todos los trinitarios.

De esta manera, la Chingola se convierte en identidad, en amor por la tierra, por nuestro pasado, por nuestras tradiciones, cada bocado de una Chingola viene cargado con añoranza de un pasado distinto, donde el amor de una madre, el amor por la tierra, dieron forma a los hombres y mujeres que somos hoy.

La salteña Chingola es una tradición familiar, que se remonta 60 años en el pasado, cuando la señora Consuelo Ribera de Gutiérrez, conocida como Doña Chingola, cocinó unas salteñas para un cumpleaños, y causaron tal furor, que las personas empezaron a pedirlas ya no solo para una sola ocasión.

Como Doña Chingola no sabía hacer el “pico” tradicional de la salteña, las hizo a su manera, surgiendo así su forma redonda.

Hoy, 60 años después, las hijas de Doña Chingola continúan con su legado, y aseguran que la formula especial para su sabor, es calidad, dedicación y amor.

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