Se viene la renovación poética
Celeste: La poeta de la alegría y el amor
Celeste Gil Durán, una joven de 16 años estudiante del colegio Christa McAuliffe, ha desarrollado desde muy pequeña un gusto e inclinación artística hacia la poesía. Según sus maestros, Celeste es una buena estudiante, responsable y muy respetuosa. Aunque es parca en su hablar, se muestra firme y coherente al expresar sus pensamientos y convicciones.
Celeste tiene una relación muy estrecha con sus padres, María Mindy Durán y Diego Gil Dorado, quienes apoyan su inclinación artística y la acompañan en todo momento. Además, tiene un fuerte vínculo emocional con su abuelo, Alfredo Gil, de quien parece haber heredado el talento para la poesía.
Hasta hace pocos meses, la poesía trinitaria parecía condenada a una crisis por la falta de renovación en sus poetas y escritores. Hoy, además de jóvenes consagrados como Sebastián Murillo y María José Yabeta, encontramos nuevos talentos. Celeste es un ejemplo de que, escuchando y dando más atención a la juventud, encontraremos artistas, poetas y escritores ansiosos por mostrarse al mundo.
Celeste no solo escribe, también declama. Define su poesía como alegre, y efectivamente lo es. Su lira contiene elementos de costumbrismo, pero con una fuerza muy parecida al modernismo: alegre, luminosa y brillante. "En mi poesía prevalece la alegría; la mayor parte de mis poemas son alegres, se tratan de mi familia, de cómo vivo, de cómo disfruto la compañía de mis seres queridos", relató Celeste.
Sin duda alguna, Celeste es el tipo de persona que alegra el corazón de quien la conoce. Anima y emociona con sus versos, siendo la luz después de las tinieblas del olvido, porque un pueblo sin poesía está destinado a la desaparición y la tristeza. "La poesía me gusta porque es una manera de expresar nuestras emociones, nuestros pensamientos, de la forma más bella. Siempre me ha gustado escribir porque me puedo desahogar en una hoja de papel", concluyó la joven poeta.
Poemas
EL CAMBA MIRÓN
Yo trepado en mi tajibo,
admirando el horizonte
desde aquí puedo observar
las pampas y los montes.
Entre selvas y ríos,
lagartos y parabas,
el sol nace y revela
a mi hermosa tierra amada.
En lo alto del tajibo,
desde aquí puedo mirar
los campesinos laboriosos
trabajando sin cesar.
Trazan surcos en la tierra
con esfuerzo y decisión
para la yuca y el plátano,
frutos de nuestra región.