Tejeros artesanos entre el optimismo y la indiferencia
La tierra (arcilla), es explotada y tratada desde hace muchos años por un sector de la población “tejeros artesanos”, actividad que mantiene invariable su forma de producción original, rustica y totalmente manual, ya sea en la fabricación de ladrillos, como también en algunos casos, en la fabricación de tejas.

Para la elaboración de estos materiales, las personas ligadas a la actividad, han desarrollado técnicas y procedimientos, que van desde la extracción de la tierra, hasta la obtención del producto final. Las materias primas que se requieren para la fabricación del ladrillo o teja son: la arcilla, agua, combustible sólido y cenizas.
Mamerto Menacho López presidente de la Asociación de ladrilleros Nueva Esperanza (carretera a Puerto Almacén), refirió que la organización con 27 socios, trabaja generalmente en periodo seco, puesto que el terreno se inunda y no permite el desarrollo normal de sus actividades.
“No se puede meter leña, elaborar material por las condiciones del tiempo, se suma a ello, la competencia desleal de algunos comerciantes que traen material de Santa Cruz. No podemos vender no hay negocios, el trabajo se para y así le buscamos como subsistir, incluso hay familias que viven en carpas”, expresó.
Indicó que pocas personas del rubro trabajan sin dificultad, ello porque tienen ingreso con terraplenes alto, cuentan con camión para abastecerse de leña y sacan su material para ofrecerlo en el centro de la ciudad.
Cuenta que para elaborar mil ladrillos entre elaboración del barro y tenderlo son tres días y para llenar un horno de 20 mil se tarda entre 15 y 20 días, sería una quema al mes.
Respecto a los niños en edad escolar, informó que algunos van a Trinidad otros a puerto almacén, se trasladan en taxi o los mismos padres lo llevan, una situación incómoda, puesto que se encuentran asentados a mitad de carretera.
Solicitaron apoyo de las autoridades sobre todo en el colocado de tubos en diferentes lugares del área, puesto que cuando llueve, el agua queda retenida e ingresa a las precarias viviendas, una situación peligrosa para las niños y amas de casa por las víboras e insectos.
Las mujeres también se involucran en el trabajo al lado de sus esposos, ellas aparte de cumplir con las labores domésticas ayudan en la faena diaria de elaborar ladrillos, predestinadas a soportar los rayos del sol o las lluvias.