“Siento una felicidad absoluta, es un momento inolvidable que se quedará marcado en la historia del ABB. Estoy agradecido por haber sido parte de este hecho histórico”, expresó el futbolista, destacando el significado de este triunfo.

El 2024 fue un año de grandes retos personales y colectivos. “Fue un año muy duro, lleno de aprendizajes. El equipo vivió situaciones críticas, donde la unión del grupo fue clave. Al principio nadie creía en nosotros, pero con trabajo, constancia y disciplina nos hicimos fuertes”, señaló Villavicencio.

La perseverancia fue fundamental para mantener al “submarino amarillo” a flote, superando cada obstáculo en el camino hacia la gloria.

Aún siendo jugador libre, Thaiomá deja su futuro en manos de Dios: “Lo único seguro es que daré la vida donde mis pies estén. Disfruté cada partido, ya fuera en el campo o desde el banquillo. Cada jugador fue una pieza clave para el éxito del equipo”.

Villavicencio agradeció a Dios, a sus padres por el constante apoyo, a sus profesores por la fe depositada en él y a María José, quien fue fundamental para su estabilidad mental.

“Gracias a Dios por mantenerme fuerte en las adversidades. Este año fue uno de los más duros de mi vida, pero ahora vuelvo a mi pueblo con la copa”, dijo emocionado.

Además, expresó su orgullo por representar al Beni fuera de su tierra: “Puedo ser un reflejo de los benianos y poner al Beni en el radar de los grandes clubes del país”.

A pesar de las dificultades, Thaiomá destaca que todo lo vivido le sirvió para fortalecerse. Su mensaje final es claro: “Gracias a Dios, al final del camino llega la luz, y hoy puedo mirar atrás y ver que todo valió la pena”.