Un Artista con Alma Musical
Un Artista con Alma Musical

Hay hombres que saben estampar el sello de su fama, en el tiempo y en la historia de los pueblos. Para orgullo del Beni, Rógers Becerra Casanovas, fue uno de estos seres privilegiados que de vez en cuando pare la vida.
Este Beniano de corazón y alma, nació realmente con un Don de Melodía. Talento extraordinario, que pudo cultivar con esmero para luego explotarlo con un alto nivel de excelencia, después de realizar como es sabido, sostenidos y denodados sacrificios. Al parecer, ese es el precio que cobra la vida a los hombres que se atreven a cruzar la frontera de la mediocridad, para ser grandes.
Como artista, nadie como él para sentirlo sonoramente tan cerca del alma de su pueblo.
Por la alquimia de su legado, realmente cuantioso y rico en la expresión de sus matices, de su energía seductora que trasmite y de su calidad tan exquisita, no se puede dudar que su nombre, desde hace tiempo, brilla fulgurante en el cielo de la música boliviana.
La verdad es que siempre quise escribir algo sobre este singular artista. Escribir, así sea un breve comentario, pero que dibuje con claridad, la intención de valorar en su real dimensión, sus méritos y sus logros que solito pudo conquistar, luchando y trabajando durante toda su existencia.
Aunque en vida Rógers Becerra Casanovas fue un hombre muy difícil de poderlo comprender, según él, “porque siempre tuvo el valor civil de cantarle las verdades a cualquiera y nunca dejarse estropear con nadie”, es justo reconocerle y ponderarle en alto grado, ese Don que lo convirtió en un artista virtuosamente musical.
Sus sonadas composiciones hablan por sí solas.
Nos dejó melodías milenarias, bellas y aladas como aquellas mariposas que sólo les gusta volar de flor en flor.
Por el espíritu que las habita, estas composiciones son en su esencia madrigales de eternidades, sin duda que hechas, para vivir embriagando con las delicias de la sensualidad y con los goces indecibles del amor, de la pasión, de la vida y de la noche.
Por ese talento que tuvo y porque logró ser un riguroso académico en el campo, toda su música pudo volar alto y lejos. Tuvo alas para remontarse victoriosa sobre los mismos fueros de la universalidad y, ahí es exactamente, donde radica la grandeza extraordinaria de este Señor Maestro.
Nadie que se precie de tener sensibilidad y buena dosis de gusto estético, podría negar la belleza que existe en las melodías ya clásicas que patentizó con su nombre y para siempre, este inolvidable artista. Para ejemplo, ahí está de muestra toda esa preciosa selección de los famosos taquiraris de oro que tanto gustan y nos enorgullecen por saberlos tan nuestros. Ellos son: Misterios del Corazón, Ritornelo, No Volveré a Querer, Inspiración, Quise Darte, Despertar, Recuerdos; o estos otros, que poéticamente se encuentran más identificados con la tierra, como: Payuje de Amor, Vaca Vieja, Voces del Paitití, Movimita y Viva Trinidad, por citar algunos.
Todo pueblo posee gusto y belleza. Nunca le faltan los cultores escogidos por la Providencia, con la noble misión de refinarles la vida. En el caso de Bolivia y en especial del Beni, Rógers Becerra Casanovas con su música, brillantemente fue uno de aquellos.