Un paraíso folclórico
Por: Humberto Pinto
Escritor y editor literario
Me aventuré en diseñar y construir la nueva imagen corporativa para la Editorial Tiempos del Beni, de la mano del gerente de La Palabra del Beni, Ricardo Gutiérrez. Sin embargo, no solo tuve la dicha de eso, sino de la realización de su primer libro, labor para la cual me dispuse a colaborar con esta nueva casa editora.
En el transcurso de la creación de la nueva imagen de ETB y, además, del primer libro Crueles años, del joven autor Sebastián Murillo, me llama Ricardo para invitarme a la presentación de la nueva imagen de la editorial, pero me negué rotundamente, sin embargo, una semana después me vuelve a citar y esta vez no pude decir que no. Debo aclarar que sufrí un pequeño pánico al pensar en trasladarme solo, pero el ánimo que me brindó no solo Ricardo, sino también mi pareja, han sido el aliento para viajar hacia el departamento vecino, el Beni.
Esa tarde hice una pequeña maleta que no contenía más que los útiles esenciales para un día y me embarqué en esta nueva aventura. Al pisar el departamento sentí un aire distinto al de Santa Cruz de la Sierra. Eran, más o menos, las siete de la mañana y el clima era óptimo para mi piel de sangre chilena que muchas veces sufre en el verano cruceño. Al bajar y detenerme a pensar en qué hacer, decidí llamar a Ricardo quien me pidió que llegara al Hotel Piesta, ubicado a unas cuadras de la plaza central.
Ya instalado, me dispuse a darme un baño, rasurarme y cambiarme, para luego salir a explorar la plaza central. En ese transcurso me di cuenta del uso desmedido que le dan a las motos en comparación a Santa Cruz, sin embargo, me agradó el tráfico que pude vislumbrar durante la estadía en Trinidad, no tan cargado, pero también con cierta incertidumbre por como corrían las motos.
Cuando por fin pude estar junto a Ricardo, hablamos de los proyectos de ETB y sobre la bella motivación que existe en Trinidad sobre impulsar a los escritores benianos. Bajo la misma línea conocí a Federico Moreno y Daniel Bogado, este último fue con quien tuve una charla misteriosa, estrepitosa y austera, adjetivos adecuados cuando uno comienza a hablar sobre la cultura del Beni y cómo ha sido la historia del departamento, en donde me comentaba existían no solo danzas en abundancia, sino culturas ricas en historia, pueblos y lugares extraordinarios que no se les reconoce como tal.
La historia es de quienes la construyen, quienes la preservan y quienes tienen la voz para anunciarlas. Hay una sociedad, gente y gestores culturales que promueven sus costumbres, sus danzas, música e, incluso ahora, la literatura. Es por ello que cuando me despedí, comencé a sentir una nostalgia. La presentación fue un éxito, no hay duda, pero la despedida difícil. No logro divisar cómo un día en Trinidad produjo esto, tal vez es una fantasía, pero hay lugares que te marcan, que te mueven y creo que pronto volveré a disfrutar esta tierra que comienza a deslumbrar.