Doctor en Economía; Posdoctoral en Formación de Investigadores; Académico de universidades del país y el contexto internacional

En el marco de una economía caracterizada por la estanflación, los incendios de la amazonia con múltiples intereses, el circo de moralidad o inmoralidad de la clase política, nos planteamos la pregunta: ¿Es viable el modelo de economía plural de Bolivia para enfrentar los desafíos de la estanflación y lograr un desarrollo sostenible bajo un enfoque de economía circular?

Rememorando uno de los libros que producimos: "Reflexiones y tópicos selectos para el desarrollo humano organizacional" (2015), argumentamos las incoherencias y debilidades del modelo de economía plural en Bolivia. A pesar de su intención inclusiva, este modelo ha generado un sistema desequilibrado, donde las cooperativas funcionan de manera corrupta, las inversiones públicas están plagadas de improvisación y sobreprecios, y el sector privado evade responsabilidades al exportar materias primas sin generar valor agregado para el país.

El modelo de economía plural propone la coexistencia del sector estatal, privado, comunitario y cooperativo. Sin embargo, el enfoque ha derivado en prácticas corruptas y una gestión ineficiente. La economía circular, en contraste, busca eliminar el desperdicio y fomentar la reutilización de los recursos, creando sistemas regenerativos, referenciando un paradigma alternativo que pueda posibilitar rendimientos crecientes en el ámbito de nuestra economía.

En el análisis longitudinal del modelo habíamos mencionado serios problemas de corrupción y la disfunción acompañada de la improvisación con carencia de compromiso entre los sectores y/o agentes económicos. El cooperativismo, que se concibió como una alternativa económica inclusiva, ha sido infiltrado por intereses privados, y muchas cooperativas actúan de manera opaca, buscando el beneficio personal sin respetar principios de solidaridad y/o sostenibilidad. Esto se suma a la falta de sinergia con el sector privado, que recibe subsidios del Estado, afianza flujo, sin reinversiones reales.

Bolivia enfrenta un contexto de estanflación, donde el crecimiento económico es estancado y la inflación es alta. Este fenómeno ha generado una pérdida de poder adquisitivo y ha afectado a todos los sectores económicos, especialmente al estatal y cooperativo. La falta de divisas y la escasa inversión extranjera reflejan la inestabilidad política y económica, exacerbada por la judicialización de la política y la corrupción institucional, promoviendo un indicador de riesgo país alto.

La economía circular ofrece un marco adecuado para abordar los problemas estructurales de Bolivia. En lugar de depender de la extracción y exportación de recursos naturales sin valor agregado, el país podría apostar por un sistema que maximice el uso de los recursos a través de la reutilización, el reciclaje y la regeneración de los ecosistemas.

Reformar el sector agropecuario, utilizando prácticas regenerativas que respeten los ciclos naturales y reduzcan la dependencia de la deforestación y la expansión descontrolada, permitiría generar ingresos de manera sostenible y mejorar la seguridad alimentaria, siendo vital gestionar un nuevo pacto social para implementar una economía circular en nuestro país que complementariamente encamine las reformas institucionales destinadas a menguar la corrupción, con consolidación de la transparencia en la gestión pública. Asimismo, las políticas económicas deben priorizar la inversión en tecnologías limpias y fomentar una real industrialización de los recursos naturales, garantizando que se añada valor a los productos y que se retengan las divisas dentro del país, subrayando en nuestro argumento, la importancia de este cambio para lograr una economía con mayor inclusión, sostenibilidad, calidad, calidez de vida y felicidad que resuman cultura complementada en la diversidad con identidad.